La Evaluación de los Aprendizajes
La
evaluación en la actualidad ha tenido un resurgir o simplemente ha aumentado su
interés en este concepto y/o proceso, ya que todos los participantes de un
proceso educativo se dan cuenta de la necesidad de ser evaluado o evaluar, pero
al mismo tiempo con su creciente interés ha venido de la mano una confusión
heredada de confundir el termino evaluación con la calificación o la medición
escolar. Por eso es de suma importancia que todos los participantes
adquieran una voluntad de cambio para poder mutar hacía un nuevo paradigma
donde la evaluación no sea vista como la calificación o el valor numeral que se
le da al alumno para medir sus conocimientos.
Y como al
mismo tiempo la evaluación ha tomado un lugar fundamental en la educación,
también se ha convertido en el principal reto al que hacen frente todos los
países, ya que todos buscan desarrollar sistemas de evaluación verdaderos, para
asegurar la calidad de educación de los alumnos.
Palabras
clave: Evaluación, calificación, medición, concepción de la evaluación,
aprendizaje, enseñanza y calidad.
La
evaluación se ha venido sistematizado con el paso del tiempo, y de ahí se ha
partido como fuente de la confusión con la aplicación de exámenes o el simple
hecho de dar un numero para medir los conocimientos, que si bien son parte de
una evaluación no es la evaluación en sí, para ello es necesario remontarnos a
las primeros civilizaciones que realizaron una evaluación,
llegando ha [1]China donde comenzaron a aplicarse pruebas a grandes
números de personas más de 1,000 años A.C, (Oakes y Lipton, 2007). Mucho
después, en el siglo XVI de nuestra era, los liceos jesuitas iniciaron una
tradición que, en el XIX, llevó a exámenes tipo ensayo, como el abitur alemán o
el baccalaureat francés.
Después en
tiempos más recientes en las década de los 80’s, 42 de los 50 estados
norteamericanos tenían programas obligatorios de evaluación mediante pruebas
construidas en relación con estándares mínimos de desempeño (minimum competency
testing). Al generalizarse, las pruebas de competencias mínimas muchas veces se
hicieron de manera deficiente, por lo que su impacto se redujo y las
expectativas depositadas en ellos no se cumplieron, y esto se repitió en varios
países. (Baker y Choppin, 1990).
Por lo tanto
al establecerse la evaluación mediante las pruebas que se aplicaran masivamente
y sus resultados, se encarno en el pensamiento social que la evaluación es la efímera aplicación de exámenes y su
medición se basado en los puntajes obtenidos en promedio por los alumnos
que realizan dichas pruebas, sin tener en cuenta el contexto en que opera cada
una de estas prácticas (evaluación tradicional).
[2]“Por la
errónea utilización de pruebas de rendimiento estandarizadas tradicionales para
evaluar la calidad de las escuelas hay cosas realmente terribles que están
ocurriendo en las escuelas de nuestros niños en estos días. Una es que aspectos
importantes del currículo se están haciendo a un lado, porque no son medidos
por las pruebas. Otra es que los niños están siendo entrenados sin descanso
para que dominen el contenido de esas pruebas de alto impacto y, en
consecuencia, están comenzando a odiar la escuela. Y una más es que, en muchos
casos, los maestros se dedican a preparar a sus alumnos para las pruebas, lo
que se parece mucho a hacer trampa, porque están inflando las puntuaciones de
los alumnos sin elevar su competencia en los aspectos que se supone miden las
pruebas [traducción libre del autor] (Popham, 2001, Secc. Do you think the politicians know this?,
párr. 2).”
En el
universo de la pedagogía existen varios conceptos de “evaluación”, y varía de
acuerdo a las metodologías, pero lo que sin duda es simétrico entre varias
concepciones, es la el fin de la misma, que es dar un punto de partida para que
la educación se embarque a mares de mejoramiento, calidad, autenticidad,
claridad pero sobre todo potenciar el que todos los alumnos aprendan.
Podemos abordar el siguiente
concepto de evaluación, un poco más enfocado a un pasado reciente.
[3]Así pues, la
evaluación es una actividad o proceso sistemático de identificación, recogida o
tratamiento de datos sobre elementos o hechos educativos, con el objetivo de
valorarlos primero y, sobre dicha valoración, tomar decisiones (García Ramos,
1989).
Podemos abordar el siguiente
concepto de evaluación, un poco más enfocado a nuestra época actual.
[4]La
evaluación se refiere a la forma en que los profesores y otras personas
implicadas en la educación sistemática de un alumno recogen y emplean la
información sobre los logros alcanzados y/o desarrollados en las distintas
áreas de su experiencia educativa (académica, conductual y social) (Watkins, A.
2007)
[5]Esta
definición engloba los métodos y procedimientos de todas las formas de
evaluación. También, remarca a los agentes implicados en la evaluación:
profesores-tutores, maestros y demás personal docente, el personal pedagógico
externo, además de los padres y los propios alumnos. Así, la información sobre
la evaluación no solo concierne al alumno, sino también al contexto de
aprendizaje y, en ocasiones, al ambiente familiar.
Por lo tanto
podemos partir que la evaluación “es establecer un análisis en pro de mejorar
la calidad educativa, ya sea a nivel macro o micro, que implica establecer un
proceso a conciencia de acuerdo a las circunstancias del universo a evaluar,
donde es necesaria la aplicación multivariada de instrumentos que permitan la
inferencia, donde obligatoriamente la evaluación se ve afectada por la
participación implícita y explicita de diversos actores educativos,
afectando positiva o negativamente el contexto de aprendizaje de los
alumnos ya sea para cumplir con la meta “potencializar que todos aprendan”, o para
afectar la motivación y autoestima de los mismos alumnos”.
Aunque
existe una concepción de la evaluación vista por los docentes de manera
positiva y para mejorar, eso no da la seguridad de que sea utilizada para tal
fin educativo, ya que la manera en que los estudiantes conciben la evaluación
choca con la misma esencia de la evaluación y esa visión de dicho proceso es
adquirido en la escuela primaria, donde tal nivel es la ancla que determinará
el resto de la carrera escolar, allí el alumno aprende a ser evaluado y a
evaluar a los demás (Perrenoud, 1190).
Dicha concepción
la podemos ver descrita por Calatayud Ma. Amparo en su artículo “Reflexión de
los alumnos de educación primaria sobre preconcepciones evaluativas”, donde se
pueden rescatar las siguientes concepciones:
·
· La evaluación es
vista por los alumnos como instrumento sancionador y calificador.
·
· Los alumnos al
escuchar la palabra evaluación siente nerviosismo, miedo, preocupación y
agobio.
·
· Para los alumnos
es más importante es el resultado y no lo aprendido, es decir les preocupa más
aprobar que aprender.
·
· El docente es
visto como un vigilante y castigador a la hora de realizar una evaluación.
·
· La evaluación
afecta la autoestima de los alumnos y su valía personal.
·
· La evaluación es
vista bajo un enfoque de pánico y no de ayuda, de comprensión del proceso de
enseñanza aprendizaje realizado.
·
· La evaluación es
una tradición basada en parámetros de cuantificación.
·
· Los alumnos
equiparan a manera de sinónimo con notas o boletas de registro de
calificaciones.
·
· Los alumnos
conciben a la evaluación como examen donde serán medidos.
·
· La evaluación es
una de las actividades más temidas y menos gratificantes para el alumno, y para
los docentes es lo que menos los motiva y más los molesta.
·
· La evaluación
recae en un solo actor (docente o evaluador), es decir es una heteroevaluación.
Posiblemente
uno de los componentes más significativos que exponen a la evaluación como un
aspecto fundamental de la educación, es la comprensión por parte de los
docentes de la educación de que la evaluación da respuesta "que, cómo, por
qué y cuándo enseñar". Es decir, las decisiones que se hayan tomado sobre
"qué, cómo, por qué y cuándo evaluar". En general, uno de los
objetivos prioritarios de los alumnos es satisfacer las exigencias de los
"exámenes" pero satisfacer las exigencias de los exámenes tan solo es
una parte de la evaluación más no es la evaluación en sí, como ya se ha venido
abordado en puntos anteriores.
Entonces la
evaluación se relaciona con la enseñanza directamente de acuerdo su función:
Función formativa: la
evaluación se utiliza preferentemente como estrategia de mejora y para ajustar
sobre la marcha, los procesos educativos de cara a conseguir las metas u
objetivos previstos. Es la más apropiada para la evaluación de procesos, aunque
también es formativa la evaluación de productos educativos, siempre que sus
resultados se empleen para la mejor de los mismos. Suele identificarse con la
evaluación continua.
Función sumativa: suele
aplicarse más en la evaluación de productos, es decir, de procesos terminados,
con realizaciones precisas y valorables. Con la evaluación no se pretende
modificar, ajustar o mejorar el objeto de la evaluación, sino simplemente
determinar su valía, en función del empleo que se desea hacer del mismo
posteriormente.
En palabras de A. de la Orden (1989): "la evaluación, al prescribir
realmente los objetivos de la educación, determina, en gran medida... lo que
los alumnos aprenden y cómo lo aprenden, lo que los profesores enseñan y cómo
lo enseñan, los contenidos y los métodos; en otras palabras, el producto y el proceso
de la educación... querámoslo o no, de forma consciente o inconsciente, la
actividad educativa de alumnos y profesores está en algún grado canalizada por
la evaluación".
La
evaluación aunque ya se sabe que su fin es para mejorar, también impacta
directamente en el aprendizaje ya sea positiva o negativamente, pero
principalmente impacta por el desemboque administrativo que conlleva una
evaluación, es decir por la [6]calificación
que está referido exclusivamente a la valoración de la conducta de los
alumnos (calificación escolar). Calificar, por tanto, es una actividad más
restringida que valuar. La calificación será la expresión cualitativa (apto/no
apto) o cuantitativa (10, 9, 8, etc) del juicio de valor que emitimos sobre la
actividad y logros del alumno. En este juicio de valor se suele querer expresar
el grado de suficiencia o insuficiencia, conocimientos, destrezas y habilidades
del alumno, como resultado de algún tipo de prueba, actividad, examen o
proceso.
Entonces si
la evaluación tiene un impacto directo en el aprendizaje por el acto de
calificar, sin duda ese impacto se convierte en motivacional o no motivacional
para los alumnos, donde dicho sentimiento propicia el mejoramiento del
aprendizaje en los alumnos.
Pero para
que este impacto sea positivo-motivacional, se debe prestar atención en la
participación activa del estudiante en el proceso de evaluación, es decir debe
ser una evaluación que sea concebida como continua y formativa, es decir
una evaluación para el aprendizaje y no meramente del aprendizaje. Surge como
una clase cualitativa y está relacionada con los procedimientos evaluadores y
la participación de los evaluadores, donde la sinergia de heteroevaluación,
coevaluación y autoevaluación lleva a una evaluación auténtica, a una
evaluación de 360º.
[7]Esta
evaluación identifica logros y dificultades en relación a objetivos
específicos, pero no siempre proporciona una retro alimentación formativa que
oriente futuros programas de enseñanza-aprendizaje. Otra cuestión es cómo la
evaluación sumativa gradúa los sistemas de trabajo que pueden modificarse según
las necesidades y dificultades específicas de los alumnos.
La evaluación es un elemento
fundamental de proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que el más importante,
puesto la evaluación brinda la posibilidad de la transformación social, por lo
que diferenciar la evaluación de la calificación y/o medición conllevaría a una
“cultura de evaluación” que bonificaría a la brusquedad de la calidad educativa,
que no se limitaría solo a la escuela sino que se extendería al resto de las
actividades sociales.
La evaluación aumentar los
progresos de todos los alumnos (incluidos los que tienen necesidades educativas
especiales) empleando la información de la evaluación de forma eficaz.
Pero algo que sin duda siempre
se debe tomar en cuenta, y en cualquier momento que se realice una valuación,
es saber que puede ayudar a mejorar la eficacia de la enseñanza-aprendizaje, y
eso sin duda es una herramienta fundamental para el docente para la mejora
constante de su trabajo, donde esto se puede comparar con una simple frase
“dime cómo evalúas y te diré que tipo de maestro eres”
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